martes, 3 de mayo de 2016

Tertulia de abril

La Tertulia no deja de reunirse aunque su Presidente Perpetuo esté muy ocupado. Las costumbres hay que mantenerlas y más si son buenas. Aquí va el relato de la última.

Como no pudieron asistir ninguno de los chefs de afamado prestigio que pertenecen a la Tertulia, todo el peso culinario recayó en el pinche más famoso de la nube. Fue una alternativa en toda regla.

El día anterior compré a mi amigo Chipi un lomo de atún ya que iba a elaborar un tataki y este pinche lo tiene 24 horas marinado en soja. De paso le encargué unos langostinos para el día siguiente. Corté el atún en varios trozos lo más cuadrado posible y en un recipiente les añadí salsa de soja y agua para rebajar la concentración de sal ya que la soja es muy salada. El día D me encaminé al Aero con el atún y demás viandas.


Lo primero que hice fue sacar el atún de la soja y me puse a preparar el falso txangurro: palitos, mejillones al natural, anchoas y mayonesa en la proporción que a cada uno le guste y yo, además, le doy mi toque: un chorreón de buen oloroso. En este proceso estaba cuando llegó Salvi que generosamente se puso a mezclar los ingredientes mientras este pinche se disponía a poner una buena olla en el fuego, preparaba la salmuera y dejaba los moluscos (coquinas y chirlas) en agua con algo de vinagre para que soltaran la arenilla que quedaba.



Cuando estábamos a punto de dejar todo lo anterior listo llegó Luismi y empezamos a cocer los primeros langostinos para encontrarles el punto de cocción, algo muy importante que requiere sabiduría, experiencia, técnica y paciencia, todas ellas cualidades que este pinche reúne, faltaría más. Se incorporan Juan y Antonio, que trae dos quesos, uno de trufa y otro suizo que puedo tomar y que estaba buenísimo y que se llama Tête de Moine. Más langostinos al agua y primera ración de coquinas y chirlas.

Van llegando Jaime, Perico y este día contamos con la presencia de Guillermo y Nacho. Con gran satisfacción este pinche veía cómo los platos iban cayendo uno detrás de otro con grandes exclamaciones de júbilo. Llega Monchu que era el último que faltaba. Toda la artillería estaba funcionando y la logística (Cruzcampo y Tío Pepe) ayudaba a alcanzar esa fase de exaltación de la amistad tan propia de estos encuentros.




Nos sentamos en la mesa para disfrutar, o eso esperaba, del plato principal: tataki de atún con su mayonesa de soja y tomatitos cherry. Y de beber Viña Alberdi. Está feo que yo lo diga pero fue todo un éxito. Salí por la puerta grande el día de mi alternativa ante 6 toros, 6 aunque he de reconocer que de una ganadería de segunda. Pero, en conclusión, cada vez estoy más cerca de llegar a ser un chef.

De postre, tocino de cielo, tarta de santiago y tarta de chocolate, café, copas y empezó una larga y animada sobremesa en la que se habló de lo divino y lo humano y arreglamos los problemas del mundo mundial.



¡Hasta la próxima!

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