viernes, 9 de noviembre de 2012

Elecciones en EE.UU.

Siguiendo la petición de una fiel seguidora, me atrevo a opinar sobre las recientes elecciones estadounidenses.

En verano le decía a mi mujer que si había alguien en el Partido Republicano que le podía ganar a Obama ese era Romney. Hasta el día antes del huracán Sandy estaba convencido que Romney ganaría en voto popular pero Obama sería Presidente por los votos electorales. Su gestión de la catástrofe (en contraposición al Katrina y Bush) llevó a que destacados republicanos como el alcalde Nueva York o el gobernador de Nueva Jersey la alabaran en público. Creo que ha ganado el que se esperaba que ganara. Una vez analizados los resultados parece claro que Obama se ha llevado los votos de los jóvenes, las mujeres, los hispanos y los negros. En cambio, Romney, se ha llevado el voto blanco y los más talluditos. Sólo había que ver las imágenes que ponían en televisión de los mítines de cada uno para saber qué colectivos votaban a cada candidato. Pero la victoria ha sido más holgada de lo esperado. ¿Y por qué?

Obama no ha sido el mejor Presidente ni tampoco el peor, pero ¿qué se podía esperar? Parecía que iba a resolver todos los problemas del mundo mundial. Y ya sabemos "tarde de gran expectación, tarde de gran decepción". Ha hecho cosas interesantes aunque lo más importante es que evitó la recesión a la que estaban condenados por la política económica de Bush y porque se cargó a Ben Laden (¡si lo hubiera hecho Bush la que se hubiera liado en todo el mundo!). Pero hizo una reforma sanitaria menos ambiciosa de lo que pretendía (pero ni Clinton lo consiguió) y rescató la industria del automóvil (fue muy criticada por el propio Romney).

Romney es multimillonario y lo hizo muy bien como Gobernador. Teóricamente ese era su gran atractivo en un tiempo de crisis, sabe de empresas pero sólo hay un país del mundo donde los ciudadanos han votado a un rico de verdad para ser presidente (Berlusconi en Italia).

En campaña Romney metió la pata varias veces y le dio a Obama un argumento poderoso: Romney es un asqueroso rico que le importa un pepino lo que la pasa al americano medio. Y esto ha calado aunque no sea verdad. Si le sumamos el Tea Party que juega en contra del Partido Republicano porque echa en manos de los demócratas el voto de las minorías que no son tan minoritarias y del voto moderado, pues tenemos las razones de la victoria de Obama. Y Bill Clinton, posiblemente el mejor Presidente de los últimos 50 años, que se dedicó en cuerpo y alma a apoyar a Obama. Y no olvidemos el trabajo desinteresado de cientos de miles de voluntarios. El huracán Sandy hizo lo demás.

¿Qué pasará en el futuro?

1. División en el país. Obama coge un país polarizado. Los extremos nunca son buenos. Llegarán a acuerdos porque Obama ya no es el enemigo, no se puede presentar de nuevo a las elecciones y ante los acuciantes problemas de la economía americana (el abismo fiscal acollona a cualquiera) no tienen más remedio que sentarse y solucionar los problemas de la gente. Ante todo son americanos. Y Obama tendrá que controlar el déficit americano.
2. Cambio de mentalidad y demografía. El Partido Demócrata supo leer e interpretar que los americanos están cambiando y dirigen sus políticas a ciertos colectivos que no son tan minoritarios (los hispanos son casi 50 millones). Sin ellos no se gana. En la estrategia me recuerda a Zapatero. Pero no sólo lo digo por los hispanos, negros o jóvenes. Los propios blancos americanos parecen que aspiran a una especie de estado de bienestar porque si no no se entendería que Obama haya ganado en los Estados del automóvil (lo relaciono con el rescate de esta industria).
3. En consecuencia, el Partido Republicano tiene que cambiar. Auguro que será menos intransigente con las políticas de inmigración y veremos a un hispano en el ticket electoral de 2016.

¿En qué le afecta a España? Creo que ha ganado el nuestro. Romney no sabemos qué haría. En cambio sí sabemos lo que ha hecho Obama: frenar a la tía Angela.

En conclusión, la esperanza vende. Y quizá el rescate esté más cerca aunque parezca contradictorio.

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