viernes, 31 de enero de 2014

comida Pesquera

¡¡¡Qué me gusta una buena comida con familia y amigos!!!...y contarla aquí. Pues vamos a ello.

En la pasada tómbola benéfica organizada por la Quinta Angustia organizamos una comida familiar. El cocinero fue mi tío Pedro (por cierto, no os he contado cómo guisa de bien la cola de toro ¡espectacular!). Nos repartimos las tareas y el menú quedó fijado así como el número de comensales. En principio, era una comida de Pesqueras, pero la abrimos a amigos que son como de la familia (ciertamente son parientes, lejanos pero parientes). Antonio Ternero no pudo asistir por problemas de salud. También fallaron tío Manolo y tío Diego y mis primos Ignacio y Javier.



La tarde anterior mi tío Pedro guisó las perdices ya que todos sabemos que los guisos están más buenos de un día para otro. Y un servidor fue a comprar salchichón de Riera (el de verdad) y foie. Me acerqué al supermercado que el Matadero El Culebrín tiene en una bocacalle de Asunción. Además, tío Pedro encargó unas gambitas. Ya teníamos el aperitivo.

Cuando llegué para ayudar, este pinche no tiene remedio, ya estaba casi todo preparado puesto que aparecí por las instalaciones del Club una hora más tarde de lo acordado debido a la carga de trabajo. Esta época es muy mala (o muy buena según se mire) para las asesorías. Tío Pedro estaba con Manolo y Antonio Losada dando buena cuenta de un oloroso en la barra. Me añadí al grupo y, al rato, bajamos a la cocina. Búsqueda de los cacharros adecuados: una buena cacerola para el plato principal y una olla para calentar el agua para el marisco.Demás ingresientes necesarios. Recipiente con hielo y sal para la salmuera y a trabajar. Otra copita de oloroso.




A esto que Antonio propuso seleccionar las gambitas más carnosas y hacerlas a la plancha. Sugerencia admitida con el agrado de los presentes. Ya éramos 5 puesto que mi padre acababa de llegar. Gambas terciaditas pero realmente buenas de sabor. Mientras el agua alcanzaba su punto de hervor, el sofrito se hacía y nos bebíamos el oloroso, las gambas alcanzaban su punto en la plancha y las retiramos. Como por arte de magia aparecieron mi tío José, mi primos Manolo y Javier en el momento en que nos servíamos las gambas "planchadas". Señores al lío, a empezar a cocer los dos kilos de gambas, a cortar el salchichón y abrir la latita de foie.

Salchichón de categoría extra, en mi opinión le faltaba un poco de curación pero excelente. Cayó entero, sin contemplaciones. El personal del club había tostado unas rebanadas de pan para el foie, que también cayó entero. En esto que llega mi hermano Enrique. Ya estamos todos. Primer cargamento de gambas, que desaparecen. Primer botellín de Cruzcampo y más gambas al agua hirviendo.

sofrito
El sofrito ya estaba hecho y lo rematamos con el resto de oloroso que quedaba en la botella. Tiempo y cariño. Segundo cargamento de gambas. Y tercero, y cuarto...qué barbaridad, cómo no eran grandes en el kilo entraron una "jartá". Segunda Cruzcampo. El alcohol ya había reducido y era el momento de añadir el arroz, sin colorantes ni nada. Claro, no lo había dicho teníamos para comer de plato principal perdiz con arroz. Fuimos excesivamente prudentes con el arroz. Pensamos y creo que hicimos bien, que tras el aperitivo tan variado y las 8 perdices que estaban despiezadas y desmenuzadas, no deberíamos hacer tanto arroz y echamos algo más de medio kilo. Le fuimos añadiendo el caldo del guiso de las perdices. No había prisa, poco a poco. La intención del chef era dejarlo algo caldoso.

la bodega del día de marras
La bodega era curiosa: 3 Pesqueras de diversas añadas y 2 burdeos, uno de Saint Emilion y otro del Medoc. Todos hicimos el mismo recorrido y así opinar con fundamento. Empezamos con Pesquera 1999, algo plano (aunque a otros fue el que más les gustó) en mi opinión debido al paso del tiempo, demasiado tiempo y no ganaba nada; seguimos con Château Le Rose de S Georges de 1999, que me gustó mucho, no estaba tan plano (había pasado casi el mismo tiempo) y no había perdido cuerpo en la botella.

Mientras nos bebíamos estas botellas, el arroz reposaba. Le dimos su tiempo y se empezó a servir. La tercera botella era Pesquera 2000, bueno y suave, pero en cuanto llegó el arroz y, sobre todo, la carne de caza, había algo que nos pedía más cuerpo, más alcohol y, sorprendentemente, fue el riquísimo Chateau de l´Abbayé de 1990, 25 años, ahí es nada. Con cuerpo, con sabor, sin asperezas. Tinto como tiene que ser. Espléndido.

arroz con perdiz
El arroz con perdiz estaba soberbio. No era un arroz caldoso ni arroz en paella. Era arroz meloso con perdiz. Al chefenlaonda y a Pol Beká les ha surgido con fuerza un gran oponente. Sabía de las cualidades culinarias de tío Pedro pero ¡ese nivel!. Todos queríamos un poco más pero no había, lo cual nos vino muy bien a los comensales porque algunos se estaban poniendo muy gorditos, dicho sea con todo mi cariño porque sabéis que yo me cuido desde hace muchos años y siempre estoy en mi línea.




Y de postre un surtidito de la casa con ese magnífico tocino de cielo, que lo regamos con Pesquera 2001, que para mí era el que estaba mejor de los Pesquera (sin acritud). Café, copa y puro y tras brindar por España y el Rey empezamos una sobremesa en familia en la que hablamos de lo divino y lo humano en un ambiente de lo más agradable que se hizo muy, muy larga...hasta la hora de cenar.

La familia

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