El invierno del mundo de Ken Follet

Hace un tiempo me leí Un mundo sin fin, la segunda parte de Los Pilares de la Tierra, del conocido autor británico Ken Follet, que me entretuvo. Así que cuando cayó en mis manos El invierno del mundo, también la segunda parte de una trilogía, no le hice ascos y me puse con agrado a su lectura.

Esta voluminosa obra narra las peripecias de 5 familias desperdigadas por diversas partes del mundo desde los años previos a la II Guerra Mundial, mejor dicho, desde el ascenso de Hitler al poder hasta el inicio de la Guerra Fría.

Con crudeza y sin concesiones al romanticismo (aunque la novela la considero un gran folletín) relata la incomprensible ascensión de Hitler al poder, llevado en volandas por numerosos alemanes que sufrían las humillaciones derivadas de la firma del Tratado de Versalles que puso fin a la primera Gran Guerra. Un país desecho y endeudado se pone en manos de…un salvador. Eso fue Hitler para algunos alemanes, y si por en medio algunos enemigos de la Patria desaparecen "no es nuestro problema, lo tienen bien merecido". Si a esto le sumamos el miedo de los industriales y financieros alemanes al auge del bolchevismo que parecía que arrasaba en toda Europa, tenemos en dos palabras las causas que justifican la llegada al poder de Hitler. Una vez en el poder siguió con sus obsesiones, entre las cuales estaba la eliminación de cualquier enemigo político y el odio al no perfecto-ario (podría haber empezado por él mismo).

Alguno de los protagonistas pasa por España para "darse una vuelta" por nuestra guerra y aprovecha para retratar los horrores causados por el odio y el fanatismo entre hermanos. La historia sigue en la II Guerra Mundial, contada desde los diversos enfoques familiares (alemán, inglés, galés, americano y ruso) y termina con la explosión de la bomba atómica y la caída del telón de acero sobre media Europa.

Lectura entretenida, muy documentada en los aspectos históricos, ayuda a comprender hechos capitales en la historia de la humanidad y sólo por eso merece la pena leerlo reposadamente.