martes, 3 de octubre de 2017

España, Cataluña y el precipicio

Cuando algunas personas están decididas a tirarse voluntariamente por el precipicio y lo ves venir, y les avisas ¡ten cuidado, que te puedes matar! y no te hacen caso, creo que poco se les puede decir. Me entran ganas de gritar ¡adelante, mátate! y así estaremos más tranquilos los demás.

El problema es que no se suicidan ellos solos sino que en su caída también arrastran a otras personas que no quieren saltar al abismo, que sufren calladamente la presión y el acoso de estos kamikazes independentistas y antisistema, y que necesitan todo nuestro apoyo y cariño para sentirse, de alguna manera, protegidos y amparados y puedan perder el miedo. Son ciudadanos que piden que su Estado les dé seguridad, les garantice su identidad como españoles que son. No son héroes. 

Me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí, con tanto odio, tantas mentiras, tanto miserable. Quizás, si nuestros gobiernos no hubieran cesado en sus funciones porque necesitaban los votos de un puñado de diputados, hoy no estaríamos en esta situación. Llevamos 30 años sin que España exista en Cataluña. Se necesitan muchos años para revertir este desastre y tengo muy claro que la solución, como me temo que va a ocurrir, no puede ser darles más dinero ni más competencias. 

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