miércoles, 13 de marzo de 2013

Homenaje

Por la mañanita temprano, el prestigioso chef international 5 estrellas Pirelli Paul Beká y su no menos conocido estrellao pinche, el que suscribe, quedamos a desayunar para posteriormente hacer la compra. Al ser viernes de cuaresma, y para cumplir con el precepto, fuimos a una pescadería nueva de la que nos habían hablado muy bien, el Chipi en la calle Niebla (que buenos recuerdos del bar con este nombre en Felipe II). Una vez allí y visto lo visto y teniendo claro que una cosa es no comer carne y otra ponerse "morao" de marisco, decidimos hacer algo más sencillito. Compramos huevas, mejillones y un par de chocos. El pescadero nos regaló unas almejitas y unos trocitos de corvina para darle sabor al principal plato del día. En la frutería de la esquina compramos berenjenas y champiñones. Previamente, el chef había comprado unos gambones que estaban de oferta.

Así que, después de recorrernos la ciudad para buscar los ingredientes adecuados (entre el bar, la pescadería y la frutería no creo que haya más de 25 metros de distancia), el afamado chef fue a su casa a recoger los gambones y el alioli, mientras que el pinche fue a la suya a recoger las bebidas espirituosas. Ambos nos encaminamos con decisión al lugar de encuentro.

Llegamos a la cocina de nuestro club, el prestigioso Aero, e hicimos recuento de lo que había, nos repartimos el trabajo y nos pusimos manos a la obra con la ayuda del impecable equipo del club. Lo primero era preparar el fumé con los gambones y los trozos de corvina que nos dieron en la pescadería a la vez que hacíamos el sofrito para el arroz y limpiábamos las barbas de los mejillones. Nada más empezar llegó uno de los contertulios, José Carlos, que se puso el delantal y allí que estábamos los tres en tareas propias de nuestro sexo.


A la una, parada técnica, abrimos la primera cervecita, Cruzcampo como tiene que ser, ayuda inestimable en los momentos de arduo trabajo y presión insoportable a la que estábamos sometidos. Llegaban los primeros efluvios, probamos y nos crecimos, esto marcha viento en popa, otra cervecita para celebrarlo. Antes de la dos estaba ya preparado el sofrito, los chocos (tiernos tiernos), el caldo y la vinagreta para los champis. En ese momento, crucial, de la mañana que tocaba a su fin llegó la hora de catar el amontillado que me había tocado en la tómbola benéfica de la Quinta Angustia. 51 1ª de Domecq, 30 años y 19º. Soberbio. Lo acompañamos con unas aceitunitas, almendritas y unas rodajitas de berenjenas a la plancha. Todo rodaba a la perfección.


Poco a poco hicieron acto de presencia los primeros comensales, Rafa y Pepelu, y llegó la hora del entrante: una parrillada de berenjenas y champiñones y unos mejillones al vapor. Desde mi punto de vista, las berenjenas nos salieron buenas pero tardaron en hacerse mucho (alguno creía que con miel habrían salido mejor lo que dio lugar a un animado debate sobre las propiedades de la misma y nos acordamos, con cariño, siempre con cariño, de alguien apasionado del sabor y aroma de la miel), los champiñones estaban de escándalo y la vinagreta que preparó el pinche José Carlos resaltaba su sabor y, desgraciadamente, no era temporada de mejillones, buenos de sabor pero se encogieron demasiado. En un breve espacio de tiempo se incorporan Jacobo, Jesús y Salvi. Ya estábamos casi todos.


Tocaba el turno de las huevas que habíamos comprado esa mañana. Sartencita, chorreón de aceite de oliva y tiempo. Frescas y soberbias. Alguno las acompañó con el alioli del arroz, otros le pusieron un poquito de vinagreta. Daba igual, estaban para chuparse los dedos y este pinche decidió que ya era hora de abrir una botella de champán de SaintGall brut tradition que distribuye Bodegas Alvear y que nuestro querido amigo Manolo Losada nos había proporcionado. 3 horas en la nevera, 15 minutos en una cubitera con hielo y aquello mejoraba por momentos. Se hicieron dos grupos: los que le dábamos al caldo gabacho y los que se quedaron tocando diversos palos jerezanos o sanluqueños, primando Uncle Joe, Tío Pepe para la familia. A los quince minutos estábamos abriendo la segunda botella de champán. ¡Qué bien va el champán con todo!

Faltaba uno por llegar y el chef se ponía nervioso. Hay que echar el arroz, esperemos un poco, hay que echar el arroz, ¿un poquito de champán?, a eso no puedo decir que no. El chef, pacientemente, se dedicó a aplastar las cabezas de los gambones para que soltaran su jugo y el caldito cogiera su sabor. Y…llegó Enrique que no había podido salir del trabajo antes. Ya podíamos echar el arroz. Arroz de Carlos Beca e hijos, Villafranco del Guadalquivir. Mientras caía la tercera botella de champán, el arroz se iba haciendo. No había prisa, todo tiene su tiempo. Nos turnábamos para removerlo de vez en cuando, un poquito más de caldo... ya está, aquí no se toca nada más. Unos treinta minutos después, reservábamos el arroz para que reposara y nos sentamos a la mesa. El prestigioso equipo de fama internacional estaba muy orgulloso de su obra: arroz negro. Salió cremoso y redondo. Cuarta botella. Faltaba la opinión del resto de comensales y dio su aprobación ¡qué digo aprobación! Sobresaliente. Los granos estaban enteritos sin estar duros, nada pasado, en su punto. Los choquitos, tiernos e incluso, tengo que reconocer que las almejitas le dieron un toque distinto. Segundo plato de arroz. Opinión unánime "mejor que el primero". El arroz ganaba por momentos, no había duda de que la materia prima es de extraordinaria calidad. Caras de satisfacción. Quinta botella. Animadísima tertulia cofrade en la que no dejamos nazareno sin capirote. Cabañuelas por aquí, cabañuelas por allí. Ya queda menos para los días grandes.


La hora de los postres. ¿Hay algo más sevillano que unas torrijitas y unos pestiñitos en Cuaresma? Jonatan, personal del club, Manolito para los socios, nos hizo el favor de acercarse a la confitería Los Ángeles y nos trajo este tradicional producto. Sexta botella. ¡El champán casa hasta con la miel de las torrijitas y pestiños!. ¿He dicho miel?. Copita de sobremesa, larga, tranquila, complemento ideal para una buena conversación entre amigos y hermanos. Exaltación de la amistad. Eran las ocho y media de la tarde y el mundo quedó arreglado hasta la próxima comida en la que tendremos que arreglar lo que se haya desarreglado.





No hay comentarios:

Publicar un comentario