Tocaba cierre de temporada con gran homenaje. Los impulsores de este grupo, Pedro y Marquéschef, llevaban días conspirando para que fuera un día inolvidable y hacían gestiones para conseguir material de alta calidad. Querían que fuera una comida con productos del mar y de fusión…de fusión entre Galicia y Andalucía y nada de otras chuminás campestres de las que abundan por ciertos restaurantes de moda.
Con la debida antelación fuimos citados a las cocinas del mejor club del mundo, como a nuestro Presidente le gusta afirmar, y el equipo titular disponía las ricas viandas de las que iremos poco a poco informando. Este pinche llegó algo más tarde de lo que pensaba pero me puse rápidamente manos a la obra.
El Marquéschef tenía ya metido en el horno un buen troncho de atún, 4,5 kilos, bien tapadito de sal pues ése era el plato principal y, además, en los fogones estaba haciendo una pipirrana para acompañarlo. Como llegué justito como ya he dicho, en otro fuego pusimos una gran cacerola con agua para la cocción de algunos bichitos y en otra olla estaban las patatas cociéndose para otro de los platos. Estábamos en cuatro frentes distintos y una vez teníamos todos los fuegos ocupados me puse a cortar ajitos para los bivalvos. Acabo de daros unas cuantas pistas, a ver si acertáis qué comimos. Bueno, no os dejo con ese suspense y vamos al lío.
El Marquéschef tenía ya metido en el horno un buen troncho de atún, 4,5 kilos, bien tapadito de sal pues ése era el plato principal y, además, en los fogones estaba haciendo una pipirrana para acompañarlo. Como llegué justito como ya he dicho, en otro fuego pusimos una gran cacerola con agua para la cocción de algunos bichitos y en otra olla estaban las patatas cociéndose para otro de los platos. Estábamos en cuatro frentes distintos y una vez teníamos todos los fuegos ocupados me puse a cortar ajitos para los bivalvos. Acabo de daros unas cuantas pistas, a ver si acertáis qué comimos. Bueno, no os dejo con ese suspense y vamos al lío.
Cada cierto tiempo comprobábamos el punto de las patatas que no queríamos que se nos pasaran y abríamos algún botellín de Cruzcampo. Y de golpe y uno a uno, en escasos cinco minutos había parido la abuela: Antonio A, Manolo C, Lorenzo, Andrés, Antonio T, Ángel, Miguel, Federico…iban llegando pidiendo una cervecita y echaban un vistazo a cacerolas, bolsas, paquetitos, nevera para enterarse del menú. Más langostinos al agua y decidimos cambiar de palo. Antonio T había tenido el antojo de unas chirlas, así que ajitos a la sartén con su aceitito, chorreón de fino y a comer. Llegan Casimiro y Santiago. Estábamos todos, puesto que Antonio M y Manolo A no podían venir al encontrarse ambos fuera de Sevilla.
Decía al principio que Pedro e Íñigo habían conspirado para esta ocasión y me diréis con razón que langostinos, chirlas, pulpo y atún están muy bien pero...y llegó el momento de cocer, en la misma agua que langostinos y pulpos, los percebes también traídos de Galicia. Pinta bárbara. Un minuto y al plato. Buenísimos, sabrosos. Un verdadero homenaje. A estas alturas había perdido la cuenta de las cervezas tomadas (el Club no) y me pasé al vino. Un vinho verde en homenaje a nuestros queridos vecinos de Península. Os decía que después nos enteramos de cuántas cervezas cayeron pero no voy a decir la cifra para que no hagáis los números de las que se tomó cada uno, pero botellas del caldo portugués fueron 9. Ahí queda.
Ya era hora de comer. Sé lo que estáis pensando “¿pero qué habéis hecho hasta ahora que no sea comer?”. Pues no, era el aperitivo, el marisco no ocupa lugar y como no tomamos pan (bueno algún barquito navegaba por la salsa de las chirlas) ni mayonesa ni otras cosas que estropean la materia prima, pues como decía, nos sentíamos bastante ligeritos. El atún a la sal estaba fuera del horno y mientras se hacía la operación de cirugía con el túnido me puse a cocer lo que quedaba de langostinos y percebes para dejarlo en la mesa y sentarnos.
A los postres le hicimos entrega a Íñigo y a Pedro de un delantal con sus nombres y la leyenda Cooking golf, que así se denomina esta reunión de amigos, en reconocimiento a su entrega en los fogones. Exaltación de la amistad. Cafelito y con la primera copa en la mano nos levantamos para brindar por el Rey y por España y se inició una larga, larguísima, sobremesa con su clinquineo en la que hablamos de lo divino y lo humano. Disfrutamos tanto que se acordó cerrar la temporada en julio de lo que, en su momento, informaré debidamente.
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