


Empezamos con los fumé. Pelamos los gambones (reconozco que suena fatal) y las cáscaras las doramos un poco en aceite. Al mismo tiempo, escaldamos la sepia previamente troceada. Ya dorados los bichitos le añadimos el agua en la que hervimos la sepia y…a darle tiempo. Y en otra olla nos pusimos con el caldo de carne. Se añadieron algunas cosas que no vienen al caso para que no nos llaméis locos borrachos y cosas parecidas.

¿Y Ramón? Antes que él apareció Salvi, así que preparamos un aperitivo que consistía en anchoas, marca Hacendado, y morcilla de arroz. Algo ligerito que había que comerse las dos paellas. Primera cerveza, y de verdad, nos habíamos dedicado al arroz y no habíamos probado nada, ni una cerveza. Por supuesto, Cruzcampo en botellín.

Llegó el otro aspirante y comenzó a preparar su paella. Se vivieron momentos de gran tensión desde el primer instante ya que el aspirante discutía hasta la cantidad de aceite que aconsejaba el Maestro y me quité de enmedio. Ahí os quedáis. Segundo botellín, alguna anchoa y un poquito de morcilla. Como ya estaban por allí Jaime y José Luis abrimos una botella de fino Hidalgo, cortesía de nuestro amigo Juanma. Soberbio.
Ese día invitamos, a que vinieran, a Eduardo Osborne y Edi Castillo, y participaran de nuestra tertulia. Al momento llegó Monchu. Durante este tiempo alguien hizo la paella de carne. De vez en cuando me asomaba por allí y aún hoy no tengo claro quién la hizo (¡zas!, bofetada a mi contrincante por si nadie se ha dado cuenta). En las discusiones que tenían cada 5 minutos sobre añadimos esto ahora, no todavía no, menos fuego, más fuego, si giras para allá es al revés de lo que te he dicho y cosas así, le añadieron un poquito de alcohol, ná una chispita y lo apartaron para que hiciéramos el cambio de paella en el rosco. Así que me puse de nuevo con mi paella, añadimos el caldo, sabrosón de marisco, doble volumen que de arroz y a regular debidamente el fuego según las indicaciones de Masterchef. En estas llegó Juan y ya estábamos todos los que íbamos a disfrutar de tan memorable día.
Tras el tiempo de espera y una vez incorporadas las alcachofas, la quité cuando me dijeron (no voy a discutir con quien sabe, yo venía a aprender ¡otro zas!) y la dejamos reposar bien tapadita. Mientras tanto, se añadió el arroz a la otra paella ya en el fuego y se vertió el caldo correspondiente ¡todos a la mesa!


Disfrutamos y nos sorprendimos de lo bien que comimos. Día para recordar y repetir.
Os preguntaréis y ¿quién ganó? Fácil respuesta: Pablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario