
He empezado por el plato principal. Una pierna de cordero que Tulio había traído de Soria y otras dos que Salvi traía de producción propia en la provincia onubense.
Así que el día D, Tulio llegó pronto, encendió el horno y cordero pá dentro. Un poco de aceite, sal y nada más. Cada maestrillo tiene su librillo. Y se fue a trabajar. El cordero tenía de acompañamiento lechuga y patatas fritas, luego sólo teníamos que preocuparnos por el aperitivo. Como el horno da mucha calor decidimos que no se guisaba nada más sino que era mejor abrir y servir.
Compramos unos buenos mejillones, unas buenas anchoas. Tostamos pan. Los tomates de Los Palacios los cortamos y los aliñamos. Abrimos unas aceitunas de mi primo Javier y ya teníamos el aperitivo. Así de simple. Seguro que os estáis preguntando en este momento ¿y nada más? A ver algo más había pero los contertulios no lo sabían. Como recientemente había sido San Pedro, Perico llevaba jamón y foie para celebrarlo.
Así que nos dedicamos a abrir conservas, sin cortarnos, tostar rebanaditas de pan y botellín de Cruzcampo pá dentro. Y esperar mientras charlábamos sobre cualquier tema.
Sólo abrimos las aceitunas y a medida que llegaban los comensales (Juan, Ramón, José Luis, Alberto, Jaime y Monchu) servíamos los aperitivos de forma que le llegara a todos y pudieran disfrutar de unas magníficas anchoas, de los imperiales mejillones y de los refrescantes tomates. Cuando llegó Perico, de los primeros todo hay que decirlo, pues servimos el jamón y el foie. Queríamos que fuera un aperitivo simple y corto para disfrutar del cordero y casi no llegamos de la cantidad que había.
Lo mejor como siempre es el prealmuerzo, la conversación con una cervecita en la mano y dejando de hablar de vez en cuando para llevarse a la boca una buena anchoa o un buen jamón. Ya lo que cada uno considere de vez en cuando es otro problema y después se nota en la báscula, el que se quiera pesar.

No hay nada más que contar porque el horno hizo todo. El cordero estuvo unas dos horas y media y cayó todo, no sobró nada. Riquísimo.
De postre, el típico surtido del Club. El café nos lo tomamos en la pecera contemplando el paso de tórtolas y alguna copita nos tomamos después en la habitual y agradable sobremesa en la que hablamos de lo divino y de lo humano, resolvemos todos los problemas del mundo mundial, vamos si nos hicieran caso no habría habido crisis, ni el lío de Grecia y Podemos ni existiría. "Homeporfavó" tanta sabiduría desaprovechada por las élites que nos gobiernan y así nos va.
Y aquí los contertulios reposando el cordero y tramando la próxima tertulia a la vuelta del verano.
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