Una vez establecida la fecha nos faltaba el menú. Ante los numerosos ofrecimientos para cocinar, me tuve que lanzar al ruedo, la verdad es que estoy cogiendo soltura en esto, y me nominé como chef. Algún día habrá que dejar de ser pinche y convertirse en chef, digo yo ¿no? Así que propuse en menú que dominaba. Inmediatamente Eugenio H se ofreció como pinche. Tranquilidad absoluta, no todos los días te ayuda el dueño de un restaurante de la categoría de Jarisa.
Un par de días antes encargué la materia prima en los sitios habituales para recogerla en la misma mañana del evento gastronómico. Sé que mi Javi del Chipi no falla ni tampoco Paco de la carnicería Areales, ambos en la calle Niebla.
Un par de días antes encargué la materia prima en los sitios habituales para recogerla en la misma mañana del evento gastronómico. Sé que mi Javi del Chipi no falla ni tampoco Paco de la carnicería Areales, ambos en la calle Niebla.
El día D teníamos que quedar a una hora temprana que había que hacer muchas cosas y allí nos fuimos los artistas del fogón. Lo primero era preparar el roastbeef y me puse manos a la obra mientras Eu se hartaba de mondar patatas y cortarlas en forma de dados. Tras una media hora con la carne la dejé que reposara para que soltara su jugo y más tarde mezclarlo con todo el condimento y sazonamiento que llevaba (sal, aceite, artúa, ajo, pimienta negra, tomillo, orégano y laurel) y tras pasarlo por la túrmix nos quedaba una salsa perfecta. En el fogón de al lado Eu estaba salteando las patatas una vez cocidas para ablandarlas con mucho romero. En cuanto dejamos encarrilado el plato principal y a propuesta del pinche, abrimos una Cruzcampo cada uno. No voy a rechazar una oferta como esa así porque sí, además es de mala educación no aceptar una cerveza bien fresquita.
Tocaba preparar el aperitivo y nos repartimos las tareas. El aprendizdechef se puso con el txangurro y el pinchecasichef con morcilla de burgos. No hay fotos del bicho porque se nos rompió el caparazón y nos vimos obligados a servirlo en una fuente. Al primer intento le ofrecí a Eu una pequeña dosis para que lo catara y me sugiriera qué añadir pata irlo equilibrando y su respuesta fue contundente ¡no lo toques! ¿está bueno? ¡Cojonudo! Claro, lo caté y llegué a la misma conclusión ¡cojonudo! A la nevera y punto. Las morcillitas estaban en unas cazuelas de barro metidas en el horno y seguían su curso. Segundo botellín.
Eu le puso su toque personal a la salsa de la carne, una generosa copita de Tío Pepe, toque que voy a hacer mío a partir de ahora. Eran casi las dos de la tarde y allí seguíamos los dos artistas sin probar bocado y con un montón de comida a nuestro alrededor y, claro, si Mahoma no va a la montaña…llenamos una buena olla de agua que pusimos al fuego y preparamos la salmuera ¡verás tú como aparece el personal! Dos langostinos al agua y nos hicimos una foto con estos crustáceos camino de nuestras bocas. En diez minutos teníamos allí tres comensales más, Alfonsito, Gabriel y Eduardo. Tercer botellín.
Sacamos el txangurro, exquisito oye, me salió de cine. Nadie se lo creía, ni yo: esto de hacer un txangurro sin centollo (en femenino tiene mucho premio) pero en verdad os digo que estaba de rechupete. Así que habíamos desplegado toda la artillería entrante en un momento: langostinos, morcilla y txangurro (falso, falso txangurro). Y para la ocasión abrimos la primera botella de Ramón Bilbao, buen vino sí señor.
Ya sólo faltaba trinchar la carne, que lo hizo Juanfran tan bien como siempre, y nos sentamos a disfrutar de la comida. Magnífica la carne y no es porque la hiciera yo que también pero es que estaba realmente buena. Tras el postre, café y copa y empezamos una larga sobremesa en la que pusimos verdes a los que faltaron y hablamos maravillosamente de la familia que nos une. Tan bien lo pasamos que decidimos organizar una comida al trimestre (¡otra más!). Seguiremos informando.
Ya sólo faltaba trinchar la carne, que lo hizo Juanfran tan bien como siempre, y nos sentamos a disfrutar de la comida. Magnífica la carne y no es porque la hiciera yo que también pero es que estaba realmente buena. Tras el postre, café y copa y empezamos una larga sobremesa en la que pusimos verdes a los que faltaron y hablamos maravillosamente de la familia que nos une. Tan bien lo pasamos que decidimos organizar una comida al trimestre (¡otra más!). Seguiremos informando.
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